«Proponemos devolver los presupuestos hasta que nos auditen la deuda, y una vez auditada, no devolver la que se considere ilegítima. Con la legítima debe afrontarse una negociación seria con los bancos y con el Gobierno de España y que se aborde una revisión de intereses. Nos parecen intereses de usura, y lo que es peor, estamos generando una deuda impresionante por los mecanismos de financiación ofrecidos por el Gobierno».
Esta frase mía, resumen periodístico de la posición sobre los presupuestos de la GV para 2014, mereció el pasado lunes 2 de septiembre un artículo de opinión en Levante-EMV de Gregorio Martín, catedrático de Ciencias de la Computación de la Universitat de València, en el que asigna a mis palabras una carga de adolescencia y falta de cuidado que le hacen difícil pensar en una alternativa de gobierno rigurosa de la que se muestra partidario.
Agradeciendo el cuidadoso tono y reconociendo cierta añoranza de la adolescencia, sí quisiera compartir con lectores del diario y el Sr Martín algunas apreciaciones:
Esclarecer el pasado es el primer objetivo de una auditoría. Saber en qué, en qué condiciones, por quién, se ha generado una deuda que es de todos es más que control, se llama transparencia y democracia. ¿Tiene coste? Sí. Pero más justo y justificado que el precio de los informes a los que nos tiene acostumbrados el Consell para avalar, por ejemplo, los EREs en las empresas públicas.
Hay pocas dudas de que muchos intereses de la deuda son de «usura» por concentrarse en momentos de «debilidad» del demandante del crédito (Generalitat, empresas públicas y ayuntamientos). Recoger dinero del BCE al 1 % y trasferirlo a administraciones al 5,5% es una estafa que aprovecha una ocasión de debilidad. Su renegociación debe ser viable. Podríamos recordar las renegociaciones de hipotecas de particulares de los años 80 y 90 para rebajar el tipo de interés.
Intentar revertir millones de euros que se han gastado (y que se deben) en contratos con sobrecostes espectaculares no es una quimera, debería ser una obligación de un gobierno fuerte y coherente contando, por supuesto, con la legalidad y la fuerza negociadora.
Deuda odiosa, ilegítima, ilegal… si tiene que ser cuestión de término, lo dejo a gusto del consumidor. Pero los ciudadanos estamos pagando justos por pecadores unos excesos que no nos benefician y desconocemos. La transparencia es aliada de un buen gobierno. Si abrir la caja de Pandora de las cuentas valencianas es para algunos demasiado osado, les recuerdo: tras los males, ¡lo último era la esperanza!
En Compromís estamos consolidando una propuesta que retorne la confianza a los ciudadanos que se preguntan «qué he hecho yo para merecer esto» y lo queremos hacer desde el rigor para devolver el prestigio y seguridad a la economía, la gestión pública, la sostenibilidad y las personas. Para ello son útiles y necesarias muchas opiniones. Le agradezco la suya Sr Martín y espero que entre todos podamos recuperar la esperanza en el futuro que necesitamos.
(Article publicat originalment en el diari Levante-EMV)